De casta le venía el hostelero. Manuel Sánchez Clemente, dueño
del restaurante La Campana y del bar Parisién - ubicado este último en el Paseo
en 1920, al lado del café Lion D´Or -, era nieto del "Mojo"; al igual
que su tío José López Aznar, continuó con la tradición del abuelo e instaló un comedor
en la Plaza del Carmen en los años veinte, al cual nos hemos referido en otra ocasión.
Manuel Sánchez Sánchez tenía una casa de comidas conocida
como "Mojo", situada, según entendemos, en la esquina de las calles
del Teatro - Doctor Gómez Ulla - y de la Vega - actual Lachambre -. Puede
decirse que el negocio causaba gran sensación en los años setenta del siglo
XIX, dado que empresarios y políticos recurrían a este para la preparación de
importantes banquetes.
El 17 de marzo de 1874 se llevó a cabo un homenaje a Nicolás
Salmerón en el Instituto de Segunda Enseñanza, al que tuvo a bien asistir dicho político.
Por tal circunstancia, los invitados fueron alimentados gracias al servicio prestado
por la casa de comidas de Manuel Sánchez. No faltaron salud y república en
aquel evento de políticos.
"El Sr. Salmerón (...) expresó sus esperanzas en el
triunfo definitivo de las ideas democráticas, dentro de las instituciones
republicanas, las cuales están llamadas a ser, por la lógica de los hechos y
las necesidades de los tiempos, las que sustituyan en toda Europa los
quebrantados moldes de las viejas monarquías", señalaba La Crónica
Meridional el 21 de marzo.
El político no sintió reparo a la hora de apuntar los errores
que había cometido durante su mandato. Además, hay que añadir que sólo hacía seis
meses desde que renunció a su cargo de presidente de la República, debido a que
estaba en contra de unas condenas de muerte.
Estatua de Nicolás Salmerón Alonso. Puerta de Purchena.
Hubo otro banquete no mucho tiempo después. Guillermo Hall,
dueño de la empresa de esparto "La Noria", organizó una cena de
Navidad que tuvo ocasión el día 25 de diciembre de 1874. Los operarios de su
fábrica, instalada en la entrada de carretera de Granada, junto a rambla de
Belén, tuvieron la suerte de disfrutar los platos del Mojo.
A este respecto, no le hizo mala publicidad el redactor de
La Crónica Meridional, quien apuntaba que sus alimentos "demostraban el
buen crédito que en el arte culinario" tenía "conquistado el
renombrado Sánchez, y cuya buena condimentación y mejor servicio merecieron la
aprobación de todos los concurrentes".
Estaba claro que el Mojo caía bien al redactor de La Crónica
Meridional, pues, con motivo de una fiesta que iba a tener lugar en el salón
del teatro Las Delicias en 1875, hablaba del local de Sánchez de la siguiente manera:
"Yo desechando el enojo
bailaré allí con Pilar
Y luego me iré á cenar
con ella a casa del Mojo".
El Mojo disponía de un kiosko en la calle del Teatro en 1879, que, según palabras expresadas en La Crónica Meridional, parecía una
"tacita de plata". Su local de comidas contaba por entonces con un
letrero en el que podía leerse "Mojo Coffee House", probablemente
porque el valiente e inquiero Manuel Sánchez estaba aprendiendo inglés con
ayuda del profesor Juan Orla.
Además de ser un magnífico hostelero, el Mojo ostentaba el título
de alcalde de barrio. Ello explica que no se achantaba al sacar
el sable, como sucedió cuando tres marineros catalanes y unos arrieros se
dedicaron a lanzarse piedras en el entorno de su preciado kiosko. Con la inestimable ayuda de los serenos
Cascabel y Fernández, Manuel Sánchez consiguió poner fin a la batalla, sin
necesidad de encarcelar a los maleantes.
Al igual que sucede con todas las historias, la de la casa
del Mojo tuvo su final. En 1892, un año después de la muerte de Manuel Sánchez
Sánchez, el "Figón Club del Mojo" - nombre que se le puso en los años
ochenta - tuvo que ser trasladado a la calle Trajano. ¿La razón? El
Ayuntamiento quería derribar el establecimiento para la mejora de la calle
Lachambre, pero, como si Manuel Sánchez se resistiera desde la tumba, pasaron
doce años hasta que la administración consiguió la ejecución de tal propósito.
Por supuesto, no faltó un buen poema en La Crónica
Meridional para dar a conocer la noticia del cambio de sitio del negocio de
José López Aznar, yerno de Sánchez, a quien también llamaban "Mojo":
Si no trazo mal la cuenta,
pronto cumplirán dos meses
que el Mojo, persona bella,
dejó el local que habitaba
en la calle de la Vega,
llevando a la de Trajano
los bártulos de su tienda.
¿Por qué te mudas? - algunos
de los que allí se congregan,
dijeron al ver su rostro
rebosando amarga pena.
- Porque van a echar a abajo
esta histórica vivienda
de orden del Ayuntamiento
que por el bien se desvela
del ornato - contestó
José con voz lastimera.
Y la agradable noticia
por todo Almería vuela,
y la escucha el vecindario
con íntima complacencia.
Era digno el Municipio
por esta sublime idea
de la Cruz de San Fernando
con distintivos de seda.
¡Darle al pueblo lo que pide!
¡Ensanchar en línea recta
la longaniza que todos
llaman calle de la Vega!
¡Mas, ay, fatales misterios!
dos meses van a la fecha,
y aún está como al principio
la mencionada vivienda.
Digo mal: hace unos días
que han puesto allí una taberna.
Esta historia me ha encantado. Un rincón como el mojo parecía ser unos de los lugares favoritos por personajes importantes como Nicolás Salmerón.
ResponderEliminarEfectivamente, era un negocio que funcionaba muy bien en su época. Gracias por el comentario ;)
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