El hostelero Daniel Ibarra
inauguró el "Café Español" el 2 de Junio de 1920. Si existiera hoy,
quizás interpretaría aquello de "soy cantor de silencios que no vive en
paz, que presume de ser español donde va", el conocido verso del Quijote de Julio Iglesias.
El café, según la prensa, era un
"elegante e higiénico salón" que reunía "condiciones
inmejorables". No podemos olvidar que estaba situado el Paseo de Almería, en
un lugar privilegiado, donde hoy se halla una sucursal de Unicaja.
José Ángel Tapia, en el libro
Almería, piedra a piedra, señala que el establecimiento, de carácter
popular y mercantil, era el decano de los cafés almerienses del siglo XX. Además,
apunta que inicialmente estuvo el Café Méndez Núñez en su ubicación,
cuando tuvo ocasión la apertura de la calle Castellar en la segunda mitad del XIX.
Los cafés eran negocios en los
que se trataban asuntos de relevancia, concurridos espacios para momentos de distensión.
Por tanto, los frecuentaban personas de distinta condición, quienes tenían muy
diferentes inquietudes en la vida.
No era raro que algún viajante se
dejara caer por el Café Español, como le ocurrió a Antonio Pelayo Quintana dos
meses después de la inauguración; el vendedor de alhajas y relojes, de la
empresa Francisco Nieto y Compañía, tuvo la mala fortuna de perder una sortija que
valía 500 pesetas. Por suerte, la encontró el propietario Daniel Ibarra y fue
devuelta al comerciante al siguiente día.
En aquel establecimiento, que a
veces se transformaba en el punto de localización de multitud de objetos perdidos,
eran vendidas las entradas para los toros y los partidos de futbol
Ibarra, quien debía ser un hombre
de orden, estaba puesto al día en asuntos militares. De hecho, fue al cuartel
de La Misericordia a visitar al coronel del Regimiento de la Corona en 1922, ya
que quería obsequiar a los combatientes que tenían que pasar por Almería para dirigirse
a la Guerra de Marruecos. Así fue cómo se acordó que el Café Español de Almería
facilitase mil doscientos tiques, destinados a tales valientes consumidores.
Quizás sí, es posible que Ibarra siguiera
cantando eso de "soy de aquellos que sueñan con la libertad". Es
probable que él viviera buscando un lugar muy diferente al que hoy habitamos. ¿Quién
lo sabe?
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