En el Diario Católico La Independencia, digitalizado por la
Biblioteca Virtual de la Prensa Histórica, hemos hallado un interesante
artículo que se publicó el 11 de marzo de 1932.
Escucha, o bien, dale al botón para pararlo:
El catedrático Florentino Castro Guisasola se refería en él a
la relación que tenía nuestra ciudad con el Santo Grial, uno de los símbolos
más valorados por la comunidad cristiana.
El historiador Méndez Silva conocía, según Castro, cómo el
arzobispo Antonio Calderón de Granada describió una vez la llegada del apostol Santiago
y sus discípulos a las playas de Almería en el año 36 o 37 de Cristo.
Entre aquellos visitantes de singular categoría se encontraba
José de Arimatea, quien, según la leyenda, era poseedor del Santo Grial, un vaso
verde – como se describe en la obra Conquista de Ultramar -, hecho con un material parecido
a la esmeralda, que el hijo de Dios utilizó en la Última Cena y con el que
Arimatea recogió la sangre de este cuando fue crucificado.
Detalle de La Alcazaba en el recinto de los Reyes Católicos
Castro Guisasola también contaba que el conde de Barcelona y la
flota genovesa ayudaron a Alfonso VII a conquistar la ciudad de Almería en
1147, que por entonces estaba en manos de los árabes. Por tanto, como único
pago por tan ardua lucha, los italianos aceptaron el preciado objeto.
Lo peculiar de esta historia es que el “Sacro Catino”, custodiado
en el Museo del Tesoro de la catedral de San Lorenzo (Génova) es un plato, no
un vaso, pero ya se sabe que en Almería es fácil que algunos términos se
confundan, como ya pasó en su día con la Puerta de Purchena, que no se llamó de
Pechina por un equívoco de los Reyes Católicos.
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